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DSC0059 Ábside de Santa Sofía, Estambul, Turquía

Santa Sofía o Hagia Sophia (del griego: Άγια Σοφία, «Santa Sabiduría») desde la fecha de su dedicación en el año 360 y hasta 1453 sirvió como la catedral ortodoxa bizantina de rito oriental de Constantinopla, excepto en el paréntesis entre 1204 y 1261 en que fue reconvertida en catedral católica de rito latino, durante el patriarcado latino de Constantinopla del Imperio latino, fundado por los cruzados. Tras la Conquista de Constantinopla por el Imperio otomano, el edificio fue transformado en mezquita, las campanas, el altar, el iconostasio y los vasos de sacrificio fueron retirados, y muchos de los mosaicos fueron enlucidos. Durante el dominio otomano se le añadieron detalles arquitectónicos islámicos, como el mihrab, el minbar y los cuatro minaretes. El edificio se mantuvo como mezquita hasta 1931, fecha en que fue cerrado al público por el gobierno de Turquía hasta su reapertura, ya como museo, en 1935.

El templo estaba dedicado a la Divina Sabiduría, famoso por su enorme cúpula, está considerado como el culmen de la arquitectura bizantina, y se dice que «cambió la historia de la arquitectura». Fue la catedral con mayor superficie del mundo durante casi mil años, hasta que se completó la obra de la catedral de Sevilla en 1520. El edificio actual fue reconstruido entre 532 y 537 para ser usado como iglesia, por orden del emperador bizantino Justiniano I, siendo los constructores el arquitecto y físico jonio Isidoro de Mileto y el matemático y arquitecto lidio Antemio de Tralles.

Santa Sofía sirvió como modelo para muchas otras mezquitas otomanas, como la mezquita del Sultán Ahmed (conocida como la mezquita Azul), la mezquita de Sehzade, la mezquita de Solimán, la mezquita Rüstem Pasha y la mezquita Kiliç Ali Pasha.

La primera iglesia se conoció como Magna Ecclesia o Iglesia Grande, fue inaugurada el 15 de febrero del 360, durante el reinado de Constancio II, por el obispo arriano Eudoxio de Antioquía. La segunda iglesia fue ordenada construir por el emperador Teodosio II y se inauguró el 10 de octubre de 415. Esta basílica, con techo de madera, fue construida por el arquitecto Rufinus. Sin embargo, durante los disturbios de Niká se desató un incendio que quemó y derrumbó este segundo edificio, entre el 13 y el 14 de enero de 532.

La tercera iglesia, que es la actual, fue ordenada su construcción el 23 de febrero de 532, por el emperador Justiniano I, debía ser una basílica diferente, más grande y más majestuosa que sus predecesoras. El historiador bizantino Procopio de Cesarea describió la construcción del templo en su obra Sobre los edificios, y cuenta que se emplearon más de diez mil personas para la construcción, y el emperador hizo traer material procedente de todo el imperio, como las columnas helenísticas del Templo de Artemisa en Éfeso, grandes piedras de las canteras de pórfido de Egipto, mármol verde de Tesalia, piedra negra de la región del Bósforo y piedra amarilla de Siria. El emperador, junto con el patriarca Eutiquio, inauguró con mucha pompa la nueva basílica el 27 de diciembre de 537. Los mosaicos del interior de la iglesia se completaron bajo el reinado del emperador Justino II (565-578). Santa Sofía fue la sede del patriarca ortodoxo de Constantinopla y el escenario principal de las ceremonias imperiales bizantinas, como las coronaciones. La basílica también ofrecía asilo a los malhechores.

La planta es un rectángulo de 77 x 71 metros. La cúpula con forma de media naranja, tiene 56,6 metros de altura y 31,87 de diámetro, se apoya sin tambor en cuatro pechinas y está reforzada por cuarenta nervios entre los que se practican otros tantos huecos de ventana, dando la sensación según Procopio de estar «suspendida del cielo por una cadena de oro». Por fuera, la masa de la gran iglesia se eleva no sin cierta armonía, pero sin demasiada gracia. La cúpula imponía una centralización bastante ajena a las basílicas del pasado, pero gracias a las pechinas y la traslación de los esfuerzos a las naves laterales, así como un refinado uso de la luz, «no parece descansar en base sólida». En palabras de Agatías, los diseñadores (Artemio de Tralles era matemático, e Isidoro de Mileto, arquitecto) trataron de «aplicar la geometría a la materia sólida». Justiniano, según su cronista oficial Procopio de Cesarea, al ver Santa Sofía terminada exclamó: «Salomón, te he vencido».

 

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Uploaded on June 25, 2020
Taken on July 25, 2010