MIRLO PASEO DEL PRADO MADRID 0993 25-5-2020
CANTO DEL MIRLO
www.youtube.com/watch?v=rQI3xhHGG5o
El mirlo común o, más comúnmente, mirlo (Turdus merula) es una especie de ave paseriforme de la familia Turdidae.
El mirlo se distribuye por Europa, Asia y África del Norte, y fue introducido en Australia, Nueva Zelanda y América del Sur. Existen varias subespecies de mirlo en su amplia área de expansión, entre ellas algunas subespecies de Asia son consideradas por algunos autores como especies de pleno derecho. Según la latitud, el mirlo puede ser residente o migratorio parcial o totalmente.
El macho de la subespecie holotipo, la que está más extendida en Europa, es completamente negro, con el pico amarillo y un círculo también amarillo alrededor de los ojos y tiene un vasto repertorio de canto, mientras que las hembras adultas y los menores tienen un plumaje marrón. Esta especie anida en los bosques y jardines, construye un nido en forma de copa, con formas bien definidas, bordeado con barro. El mirlo es omnívoro y consume una amplia variedad de insectos, gusanos y frutas.
Machos y hembras tienen un comportamiento territorial en el lugar de anidación, cada uno con una agresividad diferente, Son son más gregarios cuando emigran o en las áreas de invernada. Las parejas permanecen en su territorio a lo largo del año en las regiones donde el clima es suficientemente templado. Existen muchas referencias literarias y culturales a esta especie, sobre todo relacionadas con su melodioso canto.
El plumaje de los machos adultos es totalmente negro y contrasta fuertemente con el anillo ocular de color amarillo o amarillo-naranja y con un pico también amarillo. En invierno el círculo alrededor del ojo se vuelve más marrón y el pico ligeramente más oscuro. Las patas son marrón-negro.
Según las subespecies y la estación, el negro del plumaje es más o menos marrón intenso. Es muy brillante en la subespecie-tipo T. m. merula. En algunas subespecies de la India y Ceilán (Turdus simillimus), el plumaje del macho tiende a marrón o gris-azulado.
La hembra tiene un plumaje marrón, cuyos tonos varían de un individuo a otro, presentando zonas más oscuras. No tiene el pico ni el anillo orbital de color amarillo brillante del macho: su pico es marrón, a veces con una zona de color amarillo pálido, y su círculo ocular es de color marrón claro. Su garganta es más clara que el resto de su plumaje, pudiendo presentar un aspecto vagamente anaranjado. Sus patas son de color marrón oscuro.
El régimen alimentario de los mirlos comunes es omnívoro. Se alimentan de una gran variedad de insectos, gusanos y otros pequeños animales y también consumen frutas y, a veces, semillas.
Los mirlos buscan sus presas principalmente en tierra. Corren, dan saltitos, avanzan de golpe, inclinando la cabeza de lado para observar el terreno. Cazan principalmente de vista pero también a veces usan el oído. Son grandes consumidores de gusanos que capturan rebuscando en el humus. También escarban la hojarasca en descomposición, de manera ruidosa y demostrativa, revolviendo las hojas para encontrar todo tipo de invertebrados: insectos, arañas, miriápodos, babosas o caracoles pequeños. Con carácter excepcional se alimenta de pequeños vertebrados como renacuajos, pequeños anfibios adultos o lagartijas u otro tipo de mamíferos, como el conejo enano o el ratón. Aunque son principalmente cazadores en tierra, los mirlos no dudan en explorar los árboles y arbustos para alimentarse de los insectos que se posan en ellos, sobre todo de orugas.
Pero si el mirlo común visita las ramas de árboles y arbustos para alimentarse, lo hace principalmente en busca de frutas, generalmente pequeños frutos carnosos: bayas o drupas. La clase de fruta consumida depende de lo que esté disponible a nivel local y puede incluir especies exóticas que encuentren en los jardines o huertas. Son aficionados a las bayas que pueden coger y llevar en sus picos, pero no desdeñan picotear frutas más grandes como las manzanas o las frutas caídas en el suelo.
En la Europa templada comen bayas de aligustre, sauco negro, moras, cornejo, cerezas o zarzamoras. En invierno encuentran aún, unidos a las ramas, frutos de hiedra, serbal, semillas de acebo, muérdago, etc. Más al sur encuentran aceitunas, mirtos y uvas.
Durante la temporada de cría predominan las presas de animales, que son especialmente importantes en la dieta del mirlo en esta época, mientras que las frutas o bayas son más importantes en el otoño y el invierno.
Los mirlos comunes tienen un comportamiento territorial muy acentuada y no viven en grupo. Cada individuo delimita su propio territorio, que va desde 0,2 a 0,5 hectáreas en el bosque hasta 0,1 a 0,3 hectáreas en la ciudad. El macho establece su territorio durante su primer año de existencia y lo mantiene toda su vida. Durante la temporada de cría un mirlo no soporta a ningún congénere, con la excepción de su pareja.
Para proteger la exclusividad de su territorio, el macho ataca a los otros machos con gestos amenazantes: una carrera breve hacia el intruso, la cabeza levantada al principio, y luego mirando hacia abajo, al mismo tiempo que baja la cola. Si se produce una pelea, los dos machos se enfrentan y revolotean a unos cuantos centímetros del suelo empujándose y dando gritos y con las patas estiradas hacia el oponente. Estas peleas suelen ser de corta duración, más demostrativas que violentas, y la expulsión del intruso es rápida. La hembra es también agresiva en la primavera, cuando compite con otras hembras por una pareja o un territorio de cría. A pesar de que las peleas entre las hembras son menos frecuentes, tienden a ser más violentas.
Fuera de la temporada de cría, varios mirlos comunes pueden compartir un mismo hábitat que les procure alimento y refugio, y a veces pasan la noche en grupos pequeños, pero incluso en este caso hay poca relación entre los individuos. El territorio de un mirlo común, si bien es esencial para la formación de las parejas y la cría, sólo les proporciona una porción de los recursos alimentarios necesarios.
Un mirlo macho de un año de la subespecie Turdus merula merula puede comenzar a cantar en el mes de enero si hace buen tiempo, con el fin de establecer un territorio. Seguido a finales de marzo por el macho adulto. El canto es un gorjeo no repetitivo, aflautado, melodioso y muy grave. Este canto lo dirige desde lo alto de los árboles, los tejados de las casas o cualquier otro posadero que domine los alrededores. Canta de marzo a junio, a veces hasta principios de julio. Un estudio sugiere que el canto dura más cuando el macho está en mejor forma física y cuando la hembra se encuentra en un período de máxima fertilidad. El macho puede cantar a cualquier hora del día, pero el amanecer y el atardecer son los momentos en que los cánticos son más intensos. El canto del mirlo está considerado como uno de los más bellos cantos de las aves de Europa. La riqueza de su repertorio, sus variaciones melódicas y la capacidad de improvisar distinguen al mirlo europeo de la mayoría de las demás aves.
Tiene muchas otras llamadas, como un agresivo sriiii, pouk-pouk-pouk de alarma, señalando a un depredador terrestre (un gato, por ejemplo), y diversos tchink y tchouk, tchouk. El macho para asegurar un territorio realiza invariablemente llamadas del tipo chink-chink durante la noche, en un intento (por lo general vano) de disuadir a otros machos de que se acerquen a posarse para dormir en su territorio. Al igual que otros paseriformes, tiene un ligero sriiiiii de alarma para cuando descubre alguna ave de presa, este sonido es rápidamente sofocado por la vegetación y, por tanto, difícil de localizar. En caso de grave peligro emite una serie de gritos cocleantes, precipitados y ruidosos.
Al menos dos subespecies, T. m. merula y T. m. nigropileus, son capaces de imitar a otras especies de aves, también gatos, seres humanos o alarmas, pero el resultado es, en general, débil y difícil de detectar. Las principales subespecies de montaña, sobre todo T. m. maximus, tiene un canto de baja calidad y un repertorio limitado en comparación con las especies suboccidentales, de Sri Lanka o de la India peninsular.
La subspecie Turdus merula merula empieza a poner huevos en marzo, pero las subespecies de la India oriental son más tardías, comenzando en abril o mayo como muy pronto. Los individuos del hemisferio sur, comienzan a poner en agosto.
La pareja anidante busca una ubicación adecuada para el nido en un arbusto (matorral bajo o algunas veces más elevado), por lo general de alrededor de 2 metros sobre el nivel del suelo, con predilección por determinadas especies de plantas como la hiedra, el acebo, el espino, la madreselva o los aligustres.
A pesar de que el macho ayuda en la construcción del nido, principalmente mediante el suministro de materiales de construcción, las hembras construyen casi ellas solas un nido en forma de cuenco, con musgo, hierbas, raíces y pequeñas ramitas, que bordean de barro o de hojas fangosas. A continuación pone de 2 a 6 huevos ( generalmente 4 ) de color azul-verdoso, con manchas marrones-rojizas que son más numerosas en la parte más gruesa de éstos. Los huevos de las subespecie T. m. merula tienen un tamaño medio de 2,9 x 2,1 cm y, en general, pesan 7,2 gramos ( el 6% de esta masa corresponde a la cáscara ). La cáscara del huevo de las subespecies del sur de la India es más pálida que la de otras especies. La hembra incuba durante doce a catorce días antes de la eclosión. Los polluelos nacen desnudos y ciegos, con un peso de 5 a 6 g. Los padres se ocupan los dos, tanto de la alimentación como de eliminar del nido las bolsas fecales de los pequeños. El peso alcanzado por los pollitos a la edad de ocho días es crucial para su supervivencia. El ideal sería de 35 a 45 g, por debajo de estos valores el pollito tendría muy pocas posibilidades de sobrevivir. De hecho, el período posterior a la estancia en el nido es esencial para la supervivencia. Durante treinta días los jóvenes son particularmente vulnerables: los que alcanzan mayor peso tienen más posibilidades de sobrevivir que los más ligeros. En doce días los polluelos pesan entre 60 y 65 g.
Abandonan el nido muy temprano, entre los diez y los diecinueve días desde su nacimiento (trece días y medio por término medio con un peso de 70 a 80 g). Una semana antes de saber volar salen del nido para dejarse caer revoloteando y esconderse cerca. Seguirán siendo alimentados por sus padres durante tres semanas después de dejar el nido y siguen a los adultos pidiéndoles alimento. Si la hembra comienza una segunda nidada, únicamente el macho se encarga de la alimentación de los jóvenes. Una segunda nidada es bastante común reutilizando el mismo nido si la primera nidada se ha visto coronada por el éxito y en el sur del área de extensión de esta especie puede tener hasta tres generaciones por año o más. Durante el período en que los pequeños son alimentados por sus padres aprenden a elegir sus alimentos. A medida que su experiencia y su confianza aumentan comienzan a aventurarse más en el territorio de sus padres. Los jóvenes acaban por hacerse independientes y marcharse, siempre por su propia iniciativa, nunca son obligados por sus padres.
Los jóvenes llegan a la madurez al cabo de un año, cuando ya pueden reproducirse, después de elegir su propio territorio.
MIRLO PASEO DEL PRADO MADRID 0993 25-5-2020
CANTO DEL MIRLO
www.youtube.com/watch?v=rQI3xhHGG5o
El mirlo común o, más comúnmente, mirlo (Turdus merula) es una especie de ave paseriforme de la familia Turdidae.
El mirlo se distribuye por Europa, Asia y África del Norte, y fue introducido en Australia, Nueva Zelanda y América del Sur. Existen varias subespecies de mirlo en su amplia área de expansión, entre ellas algunas subespecies de Asia son consideradas por algunos autores como especies de pleno derecho. Según la latitud, el mirlo puede ser residente o migratorio parcial o totalmente.
El macho de la subespecie holotipo, la que está más extendida en Europa, es completamente negro, con el pico amarillo y un círculo también amarillo alrededor de los ojos y tiene un vasto repertorio de canto, mientras que las hembras adultas y los menores tienen un plumaje marrón. Esta especie anida en los bosques y jardines, construye un nido en forma de copa, con formas bien definidas, bordeado con barro. El mirlo es omnívoro y consume una amplia variedad de insectos, gusanos y frutas.
Machos y hembras tienen un comportamiento territorial en el lugar de anidación, cada uno con una agresividad diferente, Son son más gregarios cuando emigran o en las áreas de invernada. Las parejas permanecen en su territorio a lo largo del año en las regiones donde el clima es suficientemente templado. Existen muchas referencias literarias y culturales a esta especie, sobre todo relacionadas con su melodioso canto.
El plumaje de los machos adultos es totalmente negro y contrasta fuertemente con el anillo ocular de color amarillo o amarillo-naranja y con un pico también amarillo. En invierno el círculo alrededor del ojo se vuelve más marrón y el pico ligeramente más oscuro. Las patas son marrón-negro.
Según las subespecies y la estación, el negro del plumaje es más o menos marrón intenso. Es muy brillante en la subespecie-tipo T. m. merula. En algunas subespecies de la India y Ceilán (Turdus simillimus), el plumaje del macho tiende a marrón o gris-azulado.
La hembra tiene un plumaje marrón, cuyos tonos varían de un individuo a otro, presentando zonas más oscuras. No tiene el pico ni el anillo orbital de color amarillo brillante del macho: su pico es marrón, a veces con una zona de color amarillo pálido, y su círculo ocular es de color marrón claro. Su garganta es más clara que el resto de su plumaje, pudiendo presentar un aspecto vagamente anaranjado. Sus patas son de color marrón oscuro.
El régimen alimentario de los mirlos comunes es omnívoro. Se alimentan de una gran variedad de insectos, gusanos y otros pequeños animales y también consumen frutas y, a veces, semillas.
Los mirlos buscan sus presas principalmente en tierra. Corren, dan saltitos, avanzan de golpe, inclinando la cabeza de lado para observar el terreno. Cazan principalmente de vista pero también a veces usan el oído. Son grandes consumidores de gusanos que capturan rebuscando en el humus. También escarban la hojarasca en descomposición, de manera ruidosa y demostrativa, revolviendo las hojas para encontrar todo tipo de invertebrados: insectos, arañas, miriápodos, babosas o caracoles pequeños. Con carácter excepcional se alimenta de pequeños vertebrados como renacuajos, pequeños anfibios adultos o lagartijas u otro tipo de mamíferos, como el conejo enano o el ratón. Aunque son principalmente cazadores en tierra, los mirlos no dudan en explorar los árboles y arbustos para alimentarse de los insectos que se posan en ellos, sobre todo de orugas.
Pero si el mirlo común visita las ramas de árboles y arbustos para alimentarse, lo hace principalmente en busca de frutas, generalmente pequeños frutos carnosos: bayas o drupas. La clase de fruta consumida depende de lo que esté disponible a nivel local y puede incluir especies exóticas que encuentren en los jardines o huertas. Son aficionados a las bayas que pueden coger y llevar en sus picos, pero no desdeñan picotear frutas más grandes como las manzanas o las frutas caídas en el suelo.
En la Europa templada comen bayas de aligustre, sauco negro, moras, cornejo, cerezas o zarzamoras. En invierno encuentran aún, unidos a las ramas, frutos de hiedra, serbal, semillas de acebo, muérdago, etc. Más al sur encuentran aceitunas, mirtos y uvas.
Durante la temporada de cría predominan las presas de animales, que son especialmente importantes en la dieta del mirlo en esta época, mientras que las frutas o bayas son más importantes en el otoño y el invierno.
Los mirlos comunes tienen un comportamiento territorial muy acentuada y no viven en grupo. Cada individuo delimita su propio territorio, que va desde 0,2 a 0,5 hectáreas en el bosque hasta 0,1 a 0,3 hectáreas en la ciudad. El macho establece su territorio durante su primer año de existencia y lo mantiene toda su vida. Durante la temporada de cría un mirlo no soporta a ningún congénere, con la excepción de su pareja.
Para proteger la exclusividad de su territorio, el macho ataca a los otros machos con gestos amenazantes: una carrera breve hacia el intruso, la cabeza levantada al principio, y luego mirando hacia abajo, al mismo tiempo que baja la cola. Si se produce una pelea, los dos machos se enfrentan y revolotean a unos cuantos centímetros del suelo empujándose y dando gritos y con las patas estiradas hacia el oponente. Estas peleas suelen ser de corta duración, más demostrativas que violentas, y la expulsión del intruso es rápida. La hembra es también agresiva en la primavera, cuando compite con otras hembras por una pareja o un territorio de cría. A pesar de que las peleas entre las hembras son menos frecuentes, tienden a ser más violentas.
Fuera de la temporada de cría, varios mirlos comunes pueden compartir un mismo hábitat que les procure alimento y refugio, y a veces pasan la noche en grupos pequeños, pero incluso en este caso hay poca relación entre los individuos. El territorio de un mirlo común, si bien es esencial para la formación de las parejas y la cría, sólo les proporciona una porción de los recursos alimentarios necesarios.
Un mirlo macho de un año de la subespecie Turdus merula merula puede comenzar a cantar en el mes de enero si hace buen tiempo, con el fin de establecer un territorio. Seguido a finales de marzo por el macho adulto. El canto es un gorjeo no repetitivo, aflautado, melodioso y muy grave. Este canto lo dirige desde lo alto de los árboles, los tejados de las casas o cualquier otro posadero que domine los alrededores. Canta de marzo a junio, a veces hasta principios de julio. Un estudio sugiere que el canto dura más cuando el macho está en mejor forma física y cuando la hembra se encuentra en un período de máxima fertilidad. El macho puede cantar a cualquier hora del día, pero el amanecer y el atardecer son los momentos en que los cánticos son más intensos. El canto del mirlo está considerado como uno de los más bellos cantos de las aves de Europa. La riqueza de su repertorio, sus variaciones melódicas y la capacidad de improvisar distinguen al mirlo europeo de la mayoría de las demás aves.
Tiene muchas otras llamadas, como un agresivo sriiii, pouk-pouk-pouk de alarma, señalando a un depredador terrestre (un gato, por ejemplo), y diversos tchink y tchouk, tchouk. El macho para asegurar un territorio realiza invariablemente llamadas del tipo chink-chink durante la noche, en un intento (por lo general vano) de disuadir a otros machos de que se acerquen a posarse para dormir en su territorio. Al igual que otros paseriformes, tiene un ligero sriiiiii de alarma para cuando descubre alguna ave de presa, este sonido es rápidamente sofocado por la vegetación y, por tanto, difícil de localizar. En caso de grave peligro emite una serie de gritos cocleantes, precipitados y ruidosos.
Al menos dos subespecies, T. m. merula y T. m. nigropileus, son capaces de imitar a otras especies de aves, también gatos, seres humanos o alarmas, pero el resultado es, en general, débil y difícil de detectar. Las principales subespecies de montaña, sobre todo T. m. maximus, tiene un canto de baja calidad y un repertorio limitado en comparación con las especies suboccidentales, de Sri Lanka o de la India peninsular.
La subspecie Turdus merula merula empieza a poner huevos en marzo, pero las subespecies de la India oriental son más tardías, comenzando en abril o mayo como muy pronto. Los individuos del hemisferio sur, comienzan a poner en agosto.
La pareja anidante busca una ubicación adecuada para el nido en un arbusto (matorral bajo o algunas veces más elevado), por lo general de alrededor de 2 metros sobre el nivel del suelo, con predilección por determinadas especies de plantas como la hiedra, el acebo, el espino, la madreselva o los aligustres.
A pesar de que el macho ayuda en la construcción del nido, principalmente mediante el suministro de materiales de construcción, las hembras construyen casi ellas solas un nido en forma de cuenco, con musgo, hierbas, raíces y pequeñas ramitas, que bordean de barro o de hojas fangosas. A continuación pone de 2 a 6 huevos ( generalmente 4 ) de color azul-verdoso, con manchas marrones-rojizas que son más numerosas en la parte más gruesa de éstos. Los huevos de las subespecie T. m. merula tienen un tamaño medio de 2,9 x 2,1 cm y, en general, pesan 7,2 gramos ( el 6% de esta masa corresponde a la cáscara ). La cáscara del huevo de las subespecies del sur de la India es más pálida que la de otras especies. La hembra incuba durante doce a catorce días antes de la eclosión. Los polluelos nacen desnudos y ciegos, con un peso de 5 a 6 g. Los padres se ocupan los dos, tanto de la alimentación como de eliminar del nido las bolsas fecales de los pequeños. El peso alcanzado por los pollitos a la edad de ocho días es crucial para su supervivencia. El ideal sería de 35 a 45 g, por debajo de estos valores el pollito tendría muy pocas posibilidades de sobrevivir. De hecho, el período posterior a la estancia en el nido es esencial para la supervivencia. Durante treinta días los jóvenes son particularmente vulnerables: los que alcanzan mayor peso tienen más posibilidades de sobrevivir que los más ligeros. En doce días los polluelos pesan entre 60 y 65 g.
Abandonan el nido muy temprano, entre los diez y los diecinueve días desde su nacimiento (trece días y medio por término medio con un peso de 70 a 80 g). Una semana antes de saber volar salen del nido para dejarse caer revoloteando y esconderse cerca. Seguirán siendo alimentados por sus padres durante tres semanas después de dejar el nido y siguen a los adultos pidiéndoles alimento. Si la hembra comienza una segunda nidada, únicamente el macho se encarga de la alimentación de los jóvenes. Una segunda nidada es bastante común reutilizando el mismo nido si la primera nidada se ha visto coronada por el éxito y en el sur del área de extensión de esta especie puede tener hasta tres generaciones por año o más. Durante el período en que los pequeños son alimentados por sus padres aprenden a elegir sus alimentos. A medida que su experiencia y su confianza aumentan comienzan a aventurarse más en el territorio de sus padres. Los jóvenes acaban por hacerse independientes y marcharse, siempre por su propia iniciativa, nunca son obligados por sus padres.
Los jóvenes llegan a la madurez al cabo de un año, cuando ya pueden reproducirse, después de elegir su propio territorio.