Capilla del Santo Cáliz - Catedral de Santa María de Valencia
Se trataba de la sala destinada a la celebración de reuniones del Capitulo de la Catedral, recibiendo por ello el nombre de Sala Capitular. Su construcción se atribuye a Andrés Julíá maestro de obras de la Catedral en ese momento.
Originariamente era un edificio exento que sería unido al conjunto de la Catedral en el siglo XV. El emplazamiento de esta sala capitular se encontraba sobre la plaza conocida entonces de "les gallines" (las gallinas, por que esta plaza se dedicaba al comercio de esta ave).
Esta fue mandada construir por el obispo don Vidal de Blanes que rigió la diócesis valentina de 1356 a 1369, y en un principio fue destinada además para enterramiento de prelados y canónigos. En el subsuelo de esta sala se puede encontrar la cripta de enterramientos, aunque al día de hoy la misma se encuentra cegada.
Después sirvió de cátedra de teología, siendo también aprovechada la amplia estancia para celebrar las juntas capitulares, y asimismo, en diversas ocasiones, para reunirse y efectuarse las Cortes del Reino de Valencia.
Más tarde recibió el nombre de Capilla del Cristo de la Buena Muerte, pero en 1916 se decidió el traslado del Santo Cáliz desde la Sala de las Reliquias a esta capilla, de donde proviene su actual y definitivo nombre.
De planta cuadrada, está cubierta por una elevada bóveda de crucería nervada de ocho nervios y veinticuatro terceletes que forman una estrella de ocho puntas, que descansan sobre ocho ménsulas policromadas con ángeles y santos. En las claves de la bóveda están los doce Apóstoles y, en la clave central, la coronación de la Virgen en el cielo después de la Asunción, misterio titular de esta Catedral. La clave central también está policromada.
Ya en el interior de la Capilla del Santo Cáliz destaca el retablo gótico, realizado en alabastro entre 1441 y 1446 y que preside la sala y que no es, sino el excepcional trascoro de la Catedral que se colocó aquí en 17 de julio de 1777, al ser sustituido este por otro neoclásico hoy desaparecido. Era la puerta central del trascoro por la que entraban procesionalmente los beneficiados, canónigos y obispos siguiendo el ceremonial de la Catedral. Obra realizada por Antoni Dalmau (maestro de obras de la Catedral por esta época) y el florentino Julià lo Florentí (también conocido como Julià Nofre, Giuliano di Giovanni da Poggibonsi y Giuliano di Ser Andrea) que realizó los doce relieves entre 1418 y 1424. Además con Antoni Dalmau intervinieron los canteros Juan de Sagrera, Juan de Segorbe y Arnaldo de Bruselas.
El tesoro más importante que alberga esta Sala, y de donde recibe el nombre, es sin duda alguna, el Santo Cáliz, donado o mejor dicho entregado por el rey Alfonso el Magnánimo en pago de las deudas contraídas con el Cabildo catedralicio. El Santo Cáliz fue trasladado a esta sala el 6 de enero de 1916, ya que hasta esta fecha la reliquia no estaba expuesta al culto, encontrándose guardada en la sala de reliquias de la Catedral.
Hasta 1744 el vaso sagrado era usado con regularidad, pero en esta fecha se le cayó a un religioso al suelo y este se rompió, por lo que a partir de esta fecha se decidió que el Cáliz no fuera usado para culto alguno. El vaso hubo de ser reparado y hoy se puede apreciar el lugar por donde se rompió. De este hecho y de la reparación se levantó en su época la correspondiente acta notarial.
El amplio arco central del grandioso retablo sirve de marco a la más valiosa reliquia que posee la Catedral de Valencia. Es el Santo Cáliz que, protegido por artístico fanal, descansa sobre una ménsula y afiligranado templete gótico.
La sagrada joya esta formada por un vaso o copa de piedra, de ágata oriental o calcedonia veteada, de la variedad llamada cornalina, de color rojo oscuro. Su diámetro es aproximadamente de diez centímetros y su altura de siete. La superficie exterior e interior es lisa. La base es pequeña, de forma circular. Datada en el siglo I.
El pie de la copa está constituido por una naveta en posición invertida, también de calcedonia, muy traslucida, ribeteada en oro. La unión entre el pie y la copa la forman en vástago prismático de oro, trabajado con primorosa decoración, así como las dos asas. La montura, de fina orfebrería, está engarzada con valiosas perlas y esmeraldas. Tanto el pie como las asas, fueron montadas en tiempos medievales.
Capilla del Santo Cáliz - Catedral de Santa María de Valencia
Se trataba de la sala destinada a la celebración de reuniones del Capitulo de la Catedral, recibiendo por ello el nombre de Sala Capitular. Su construcción se atribuye a Andrés Julíá maestro de obras de la Catedral en ese momento.
Originariamente era un edificio exento que sería unido al conjunto de la Catedral en el siglo XV. El emplazamiento de esta sala capitular se encontraba sobre la plaza conocida entonces de "les gallines" (las gallinas, por que esta plaza se dedicaba al comercio de esta ave).
Esta fue mandada construir por el obispo don Vidal de Blanes que rigió la diócesis valentina de 1356 a 1369, y en un principio fue destinada además para enterramiento de prelados y canónigos. En el subsuelo de esta sala se puede encontrar la cripta de enterramientos, aunque al día de hoy la misma se encuentra cegada.
Después sirvió de cátedra de teología, siendo también aprovechada la amplia estancia para celebrar las juntas capitulares, y asimismo, en diversas ocasiones, para reunirse y efectuarse las Cortes del Reino de Valencia.
Más tarde recibió el nombre de Capilla del Cristo de la Buena Muerte, pero en 1916 se decidió el traslado del Santo Cáliz desde la Sala de las Reliquias a esta capilla, de donde proviene su actual y definitivo nombre.
De planta cuadrada, está cubierta por una elevada bóveda de crucería nervada de ocho nervios y veinticuatro terceletes que forman una estrella de ocho puntas, que descansan sobre ocho ménsulas policromadas con ángeles y santos. En las claves de la bóveda están los doce Apóstoles y, en la clave central, la coronación de la Virgen en el cielo después de la Asunción, misterio titular de esta Catedral. La clave central también está policromada.
Ya en el interior de la Capilla del Santo Cáliz destaca el retablo gótico, realizado en alabastro entre 1441 y 1446 y que preside la sala y que no es, sino el excepcional trascoro de la Catedral que se colocó aquí en 17 de julio de 1777, al ser sustituido este por otro neoclásico hoy desaparecido. Era la puerta central del trascoro por la que entraban procesionalmente los beneficiados, canónigos y obispos siguiendo el ceremonial de la Catedral. Obra realizada por Antoni Dalmau (maestro de obras de la Catedral por esta época) y el florentino Julià lo Florentí (también conocido como Julià Nofre, Giuliano di Giovanni da Poggibonsi y Giuliano di Ser Andrea) que realizó los doce relieves entre 1418 y 1424. Además con Antoni Dalmau intervinieron los canteros Juan de Sagrera, Juan de Segorbe y Arnaldo de Bruselas.
El tesoro más importante que alberga esta Sala, y de donde recibe el nombre, es sin duda alguna, el Santo Cáliz, donado o mejor dicho entregado por el rey Alfonso el Magnánimo en pago de las deudas contraídas con el Cabildo catedralicio. El Santo Cáliz fue trasladado a esta sala el 6 de enero de 1916, ya que hasta esta fecha la reliquia no estaba expuesta al culto, encontrándose guardada en la sala de reliquias de la Catedral.
Hasta 1744 el vaso sagrado era usado con regularidad, pero en esta fecha se le cayó a un religioso al suelo y este se rompió, por lo que a partir de esta fecha se decidió que el Cáliz no fuera usado para culto alguno. El vaso hubo de ser reparado y hoy se puede apreciar el lugar por donde se rompió. De este hecho y de la reparación se levantó en su época la correspondiente acta notarial.
El amplio arco central del grandioso retablo sirve de marco a la más valiosa reliquia que posee la Catedral de Valencia. Es el Santo Cáliz que, protegido por artístico fanal, descansa sobre una ménsula y afiligranado templete gótico.
La sagrada joya esta formada por un vaso o copa de piedra, de ágata oriental o calcedonia veteada, de la variedad llamada cornalina, de color rojo oscuro. Su diámetro es aproximadamente de diez centímetros y su altura de siete. La superficie exterior e interior es lisa. La base es pequeña, de forma circular. Datada en el siglo I.
El pie de la copa está constituido por una naveta en posición invertida, también de calcedonia, muy traslucida, ribeteada en oro. La unión entre el pie y la copa la forman en vástago prismático de oro, trabajado con primorosa decoración, así como las dos asas. La montura, de fina orfebrería, está engarzada con valiosas perlas y esmeraldas. Tanto el pie como las asas, fueron montadas en tiempos medievales.