ROCAJO
Ya había salido el sol pero aún así, esa mañana había asomado demasiado gris . La mar había estado muy agitada aquella noche y sentías mucho miedo… pero armado del valor que solo poseen los marineros expertos cogiste tu barca, izaste el ancla, soltaste el chicote… y discretamente como tú siempre hiciste , pusiste rumbo a la mar.
Y te imaginé en tu viaje, de pie, en la parte de atrás del Rocajo, la mirada al frente , las olas meciéndote lentamente y solamente tú , tu barca y el olor a salitre que tantas y tantas madrugadas te había recibido.
Al día siguiente volví a aquel lugar y solo encontré sola y triste tu barca.
Supuse que ella te había llevado hasta allí, a ese lugar donde no existe ni el ayer , ni el hoy, ni el mañana. A ese lugar donde se crían los calamares más grandes y donde se pueden tocar las mejores lubinas sin necesidad de pescarlas.
A ese sitio donde se crea la espuma de las olas, y se encienden los amaneceres.
Hasta siempre marinero… hasta siempre papá.
Te quiero